Castillo de Rochafrida |
POBLACIONES - Ossa de Montiel |
Escrito por laslagunasderuidera.wordpress.com |
Pocas piedras quedan del castillo de San Felices, nombre real y original de esta fortaleza levantada en terreno de Ossa de Montiel, aguas arriba de la cola de la Laguna San Pedra. Pocas piedras pero mucha leyenda, y más aun poesía: porque si por algo se le conoce a este castillo es por su aparición en el Romancero Anónimo español (siglo XV). Es el llamado Romance de Rosaflorida, donde se relata la historia de amor de dicha doncella, que lloraba a su amor Montesinos (cuya cueva cervantina y homónima queda muy cerca de aquí). Enrique I regaló San Felices a Don Suero Téllez de Meneses, caballero de la batalla de las Navas de Tolosa, para defender y repoblar la zona. Pero ya abandonado en el siglo XV, durante el reinado de Isabel y Fernando, el olvido se hizo con sus murallas durante mucho tiempo, hasta perderse su nombre original. En ese mismo siglo, sus ruinas inspiraron al Romancero medieval, y se rebautizó la zona como Rochafrida, cuyo nombre deriva del manantial que brota a sus pies: Rocha, de roca, hace alusión al castillo; Frida, de Fonfrida, hace alusión al manantial, que antiguamente inundaba toda la vega hasta crear una pequeña ciénaga, aunque en la actualidad la fuente ha disminuido notablemente su caudal. El Castillo se asienta sobre un pequeño cerro de poca altura. Las ruinas son escasas, y dentro de poco probablemente nos quedemos sin ningún resto, pero el ambiente de literatura ronda por todos lados. En las Relaciones Topográficas de Ambrosio de Morales, redactadas por orden de Felipe II (conservadas en la biblioteca de El Escorial) en 1575 (eso es, treinta años antes de la publicación de El Quijote), se lee: “Hay un castillo que dicen Rochafrida, con paredes de cal y canto de siete pies de ancho. El castillo está en un cerrillo y el redor del [SIC], todo de agua cercado, que es la agua de Guadiana.” Poco queda del castillo, como decíamos, y poco queda de la fuente. Pero, como un viajero en el tiempo que se resiste a morir, la encontramos cubierta entre matorrales. Antes el agua desparramada hacía de foso natural. Pero hoy a penas encontramos sus restos. Y, a pesar de todo, aún se respira su ambiente literario. La Fonfrida sigue manando, tímida, quizá recordando su propio romance del medievo: “Fonte frida, fonte frida; fonte frida y con amor…” Cuando vistamos el lugar era verano y el sol apretaba con fuerza. El viento seco casi quemaba la piel. La silueta de las piedras resquebrajadas en lo alto del cerro nos contemplaba inmutable. Han pasado siglos de sus mejores días y nosotros no somos más que fantasmas que quedarán en el olvido en la insignificancia de nuestras cortas vidas. Pero, por encima de todo y de todos, en el aire seguirá resonando los versos de aquel romance que decía… “En Castilla está un castillo, |
Ultima actualización ( 29 de Enero de 2011 ) |